De los castillos y palacios construidos por la monarquía bávara -el llamado rey loco Luis II- yo me quedo con este pequeño Linderhof, escondido entre el maravilloso paisaje alpino de bosques, praderas que parecen tapetes de billar, torrentes y lagos que serpentean por la frontera austroalemana. La entrada a Linderhof es completamente gratuita, podréis pasear bajo los kioskos de enredaderas, por los jardines de flores y estatuas doradas y admirar los diminutos pero elegantes pabellones de piedra blanca que coronan este esplendoroso y cuidadísimo rincón de la República Federal.
Más famoso aunque a mi juicio menos hermoso es el castillo de Neuschwanstein, edificado sobre un picacho y visible desde unos miradores habilitados en las montañas cercanas. Este es el castillo tan utilizado en puzzles, máquinas de tabaco, y copiado por los dibujantes de Disney para idear el de su parque temático. Es más bonito visto de lejos, por lo que yo recomiendo que no hagáis la excursión hasta la entrada, sino que bordeéis el lago que hay al pie -justo al lado del último aparcamiento de la zona- y sigáis la ruta hasta los miradores para ver su multicolor y fantástica fachada posterior.
Podéis encontrar estos mágicos schloss buscando en el mapa el pueblecito de Fussen, a partir de ahí hay indicaciones.